Blogia
La Carga de Balaklava

Nuestro Fiel Timonel

Nuestro Fiel Timonel
Permiso para entrar en la goleta, ah del bauprés, lanzadme un cabo, que voy.
Con éste velero navío, surcaremos los Siete Mares, perillanes, en búsqueda de tesoros y monedas: del cofre de Billy Bones, por la diversidad de cuños haré desaparecer todo tipo de monedas pero tanto mayor y tanto más variada, que nunca experimentareis deleite igual que el de irlas clasificando. Inglesas, francesas, españolas, portuguesas, jorges y luises, doblones y dobles guineas, moidores y cequíes, los retratos de todos los reyes de Europa en los últimos cien años, extrañas monedas orientales estampadas con dibujos que parecían trozos de tela de araña, monedas redondas y cuadradas, otras taladradas por el medio como para llevarlas alrededor del cuello. Casi todas las variedades del dinero del mundo vendrán a parar a ésta colección; para disfrte y solaz de quen os habla, pero ninguna supera la de la Amistad verdadera, aquella que, independiente de vicisitudes y arrecifes, dobla cabos, atraviesa bajíos y permite llegar a buen puerto.
Permitidme pues que este grumete barbilampiño suba a bordo.
Izad las jarcias y naveguemos juntos. Nuestra nao se ciñe al viento una cuarta más de lo que de natural sería en un velero bergantín, pero vamos ligeros de equipaje, pardiez.
Con todo el velámen arriba, terso y turgente, (el velámen, no me malinterpreten) lancémonos pues al mar de los Sargazos o mejor vaya,os a fo...navegar a Rusia y peleemos, voto a Bríos, contra esos pirata somalíes de palanqueta y retrúecano hueco, y no hombres con honor y graciosos caballeros de fortuna como nosotros, vivos en el uso del estoque y el mosquetón.
Izad en todo lo alto la enseña de Su Graciosa Majestad y peleemos como viejos bucaneros sedientos de ron, tesoros y bellas miladys de piel transparente.
Orzad!!!

Que el petifoque dé un aletazo y tomando viento en otra bordada, con un estampido como el de un cañón, nuestra goleta se estremezca hasta la quilla bajo el violento y repentino esfuerzo; en la cubierta, en el lado de sotavento del alcázar, y la vela mayor, que aún sique turgente, no impida ver el Sol de Breda brillando delicuescente entre las jarcias, sol que nunca se pone en el Imperio . Entre los imbornales, veo la figura de nuestro Capitán, Don José Luis de Rodríguez y Zapatero, que maneja la caña del timón e, impasible el ademán, sortea las dificultades. Da la orden dura y seca que hace restallar los foques.; maneja el timón dando un bandazo tras otro; que hacen que todo el barco se incline con una sacudida mareante, y, al mismo tiempo, la botavara da la vuelta hacia el otro costado, chirriando la escota entre las garruchas, llevándose por delante cuatro mllones de ociosos marineros que no están atentos, no captan las órdenes .Peor para ellos, que paseen por la tabla y sean devorados por los tiburones, por el Gran Batracio Verde.Navegamos de vuelta encontrada para reunirnos con nuestro Patrón, Osama de Flint, el terror de Caribe, dueño y Señor de már océana desde Savanah en las agrestes costa de Carolina hasta las dulces arenas que lamen las lomas del Cerro Negro de Cartagena de Indias.

.

El barco , llamado "España" sigue un rato dando saltos y guiñadas como un caballo resabiado, tomando viento las velas, ya en una bordada, ya en otra, y la botadura girando de un costado para otro, hasta hacer crujir el palo con el esfuerzo. De cuando en cuando salta una lluvia de agua y espuma por encima de la amura, y la proa daba fuertes golpetazos contra la marejada; la mar resultaba mucho más fuerte y severa para este gran barco, de alto aparejo.
El Sire, Don José Luis, se quita con un varonil gesto displicente unas gotas de agua salada que le molestan y le afean el rostro. "No me entienden", musita."No me entienden".

A cada salto de la goleta ( ¿o era bergatin?) Da igual, todos los navíos los sabe tripular nuestro experto Timonel y la alegre tripulación no se inquieta y resbalan de un lado para otro, pero sin que a pesar de tan rudo zarandeo , se alterase su actitud ni la persistente mueca que les hacen apretar los dientes, y obedecer. Pero nadie dice una palabra y todos, disciplinadamente, seguimos sus órdenes.

Gracias por aceptarme, compañeros y compañeras.

Próxima singladura: el arrecife coralino más cercano.
Firmado.

Vuestro José Luis.
Quince hombres van en el Cofre del Muerto,
¡ay, ay, ay, la botella de ron!

0 comentarios