Sigue el derecho de pernada.
Instaurado en plena Edad media, se sigue pagando el diezmo para que el Señorito y sus secuaces puedan seguir llevando la vida de crápula. Se sigue esquilmando al payés, al trabajador, al que se sube al andamio a las 7 de la mañana , al autónomo que se la juega en la carretera y al profesional que son los que, con sus esfuerzos, con su sacrificio y con su buena fé mantienen todo este estercolero, todo este cotarro de los bien llamados mangantes de la politica. Las tres pes, putas, politicos y periodistas.
Animo, hermano campesino, sigue pagando como un jilipoyas, para que el bribón siga dándose la gran vida.
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