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La Carga de Balaklava

Empiezan las soflamas...

Empiezan las soflamas...

El próximo año habrá elecciones generales.

Para entonces  el Sr. Montorov habrá hecho un requiebro disminuyendo los impuestos  a las grandes fortunas ( y d epaso, y de refilón, ala gloriosa clase emdia).

El Sr. Rajas nos dirá lo maravillosamente que va todo y cómo hemos salido d ela crisis.

Como ya me veo venir el percal, le voy dando a los gerifaltes del PP ideas para sus discursos dentro de 20 meses...copio y pego. Si, el discurso es de  Adolfo Hitler.

Ustedes lo disfruten.

El discursito es de Adolfo Hitler, año 1933.

 

Por grande que fuera el caos que encontramos en 1933 en los distintos aspectos de la vida social, fue no obstante superado por la ruina de la economía alemana. Este fue también el aspecto del derrumbe alemán que la amplia masa de nuestro pueblo conoció de una manera más clara e inmediata. El estado de cosas está en vuestro recuerdo y en el de todo el pueblo alemán. Como documento de esta catástrofe encontramos ante todo dos fenómenos: 1) Más de 6 millones de desempleados. 2) Una clase labradora condenada visiblemente a perecer.  El área total de las tierras agrícolas embargadas entonces era algo mayor que todo el país de Turingia. Así no podía asombrar que ante una reducción general de la producción por una parte y de la capacidad adquisitiva por otra, la inmensa mayoría de nuestra clase media estuviese condenada en breve a la catástrofe y por consiguiente al aniquilamiento. Todavía hoy podemos ver con posterioridad la gravedad que asignamos a ese aspecto de la crisis alemana en el hecho de que precisamente para remediar el desempleo forzoso y para evitar que continuase el desmoronamiento de la clase labradora alemana me hice dar el consabido plazo de cuatro años.  Tengo que consignar aquí también que en 1933 el nacionalsocialismo no recurrió a medidas tomadas por otros, prometedoras de cierto éxito, sino que el partido fue encargado de la gobernación del Reich en el momento en que podía considerarse como fracasada la última posibilidad de salvación y cuando se habían demostrado como fallidos todos los intentos de reanimar la miseria económica.  Si hoy, a los cuatro años, me presento ante el pueblo alemán y ante vosotros, diputados, hombres del parlamento alemán, a rendir cuentas, no podréis negarme a mí ni al gobierno nacionalsocialista que no haya cumplido mi promesa de entonces. 

 

La misión de la Justicia es contribuir a la conservación del pueblo poniéndole a seguro de aquellos elementos asociales que intenten sustraerse a las obligaciones comunes o atenten contra esos intereses generales. Así, desde ahora, en la vida jurídica alemana está también el pueblo sobre la persona y sobre la cosa. 

 

 ( A. Hitler, 1933).

 

Cuando hace cuatro años se me confió la cancillería y con ella la dirección de la nación, me hice cargo de la amarga tarea de devolver el honor a un pueblo al cual se había obligado a llevar durante quince años la vida de un paria entre las demás naciones. El orden interior del pueblo alemán me puso en condiciones de reorganizar el ejército alemán y ambos factores me dieron la posibilidad de desasirme de las ligaduras que sentimos como el escarnio más agudo con que jamás se había infligido a un pueblo. Al cerrar hoy este proceso tengo que hacer estas breves declaraciones:  

Primero: el restablecimiento de la igualdad de derechos de Alemania era un hecho que concernía e interesaba exclusivamente a nuestro país. Con esto nada hemos quitado a ningún pueblo ni hemos hecho sufrir a nadie.  

Segundo: anuncio que en el espíritu del restablecimiento de nuestra igualdad de derechos privaré al Banco Nacional y a los Ferrocarriles alemanes del carácter que hasta ahora han tenido y los pondré completamente bajo la soberanía del gobierno del Reich.  

Tercero: Declaro que con esto halla su natural liquidación aquella parte del Tratado de Versalles que había quitado a nuestro pueblo la igualdad de derechos degradándolo a la categoría de pueblo inferior.  

Cuarto: Con eso retiro ante todo, solemnemente, la firma alemana puesta debajo de aquella declaración arrancada contra su convicción, al débil gobierno de aquel entonces, que suscribió la culpabilidad de Alemania en la guerra.  Diputados, hombres del parlamento: este restablecimiento del honor de nuestro pueblo, que encontró su expresión más manifiesta en la instauración del servicio militar obligatorio, en la reciente creación de nuestra cuarta arma, en la reconstrucción de una armada alemana, en la ocupación de la Renania por nuestras tropas, fue la misión y el trabajo más difícil y arriesgado de mi vida. En el día de hoy debo agradecer humildemente a la Providencia, por cuya gracia yo, un simple soldado de la Guerra Mundial, logré reconquistar para nuestro pueblo el honor y el decoro

 Hemos vuelto a proponernos otro programa al que tenemos derecho, pues cuando en 1933 anuncié el primer programa, que tendría una duración de cuatro años, el programa era de una índole tremenda. Todos nuestros enemigos dijeron: “No sólo no podrán cumplirlo, sino que dentro de unos pocos meses ya no se hablará de ellos.” Ahora bien, no sólo hemos realizado este programa en un plazo muy breve, sino que hemos ido mucho más allá de lo anunciado. Si en 1933 hubiera declarado sin reservas todo lo que nos proponíamos hacer, probablemente me habrían tomado por loco. Por ello, y como medida de precaución, declaramos solo un poco de lo que teníamos previsto; así no asustaríamos al mundo.  Hoy tengo que establecer un nuevo programa, un nuevo programa ya conocido por ustedes en sus aspectos fundamentales. Por encima de todo está nuestra voluntad, nuestra firme decisión de continuar y continuar afianzando la seguridad del Reich. Y en este aspecto no me dejaré disuadir por nada y por nadie. Hay quien me dice: “Sí, seguro, pero ¿y si la escasez de mantequilla adquiere proporciones alarmantes?” A esos les puedo responder sólo de una forma: “¿Cree usted de verdad que eso me preocupa? ¡Pues sí que está usted enterado de qué cosas me preocupan! Sí, he tenido preocupaciones, de índole muy distinta. Preocupaciones tales como: ¿cómo dar trabajo a 6 millones de personas?, ¿cómo buscar el pan de cada día para 6 millones de personas?, ¿cómo transformar un ejército de 100.000 hombres en un ejército nacional?, ¿cómo hacer que adquiera la libertad un pueblo que carece de ella?, ¿cómo se puede ir adquiriendo de nuevo, poco a poco, la soberanía sobre todo el territorio alemán?, y

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