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La Carga de Balaklava

Comunista, millonario, mercedes...me apunto.¿Dónde hay que firmar?

La tarde del martes 18 de septiembre de 2012, Antonio Gala visitó a Teodulfo Lagunero. Conversador infatigable, este comunista millonario,  

 

 ¿comorrll????

constructor, catedrático de Derecho y abogado, colaborador estrecho del PCE del exilio, estaba sentado en el sillón favorito del salón principal de su inmenso (1.000 metros cuadrados) y coqueto dúplex

 

 ¿Dúplex?

 de Fuengirola. Esa tarde, a la misma hora en la que Gala y Lagunero (Valladolid, 1927) recordaban historias pretéritas de libertad sin ira, fallecía su gran amigo, el camarada Santiago Carrillo.

l constructor de la urbanización Nueva Sierra (en Guadalajara), “la más grande del mundo”,

¿me he perdido? ¿constructor?

Teodulfo Lagunero fue un revolucionario. Lo sigue siendo. Y está harto de contestar a la pregunta de cómo es posible combinar la ideología y la praxis comunista con la vida de un multimillonario. “Una vez un periodista cuando vio mi casa me dijo: "Ahora entiendo lo del Oro de Moscú". Casi le eché a patadas. "Gilipollas", le dije. ¿Usted cree que Moscú va regalando a todos los comunistas una casa como esta? ¿Cuántas casas como esta conoce? ¿Sólo soy yo comunista?”.

 

No, hay mas millonarios en España. Y mas del ladrillo.

Muestra el orgullo de padre y de comunismo auténtico cuando recuerda cómo su hija Paloma, con 14 años, le echó cara a la mismísima Dolores Ibarrurri (La Pasionaria). “Dolores, aquí, en Moscú los jóvenes cambian los cromos de Lenin por los de los jugadores del Real Madrid”, le recriminó Teodulfo. Así contestó La Pasionaria: “Es que aquí ya se ha hecho la Revolución”. Paloma Lagunero replicó: “Hombre, la revolución nunca se termina de hacer”. ¿La revolución es como hacer un cofre o un libro y luego fin? “No”, contesta ahora el catedrático de Derecho, “la revolución es la vida y la vida cambia. Cada día hay un nuevo quehacer, métodos científicos, aparatos e instrumentos; esa señora de negro era maravillosa y era como una diosa, pero no era una científica. Mi hija tenía razón”.

A principios de la década de los setenta, a la vuelta de un viaje en coche por los países comunistas, Teodulfo Lagunero y su mujer se dieron cuenta de que en Bulgaria, Rumanía y la Unión Soviética los ciudadanos carecían de espíritu revolucionario.

 

Ingratos.A lo mejor es que no tienen ni mercedes ni dúplex.

A tomar por culo.

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